Nuevos aires para el ratón
He vuelto a cambiar de curro. Me paso a otro proyecto donde tendré que trabajar mucho más. Estoy muy contenta, aunque sea difícil de entender. El ocio en el trabajo es contraproducente, porque te da mucho tiempo para pensar, hablas demasiado con los compañeros (y te enteras de demasiadas cosas), tomas demasiado café y navegas demasiado en internet. No sé si mi ocio ha sido el culpable o no, pero nos ha llegado un mail recordándonos el uso adecuando e inadecuado de las herramientas informáticas en el trabajo, mail que tenemos que leer, firmar y entregar bajo vete a saber qué pena.
Como decía, me cambio de trabajo, pero poco, porque sigo en la misma planta pero cinco mesas más para allá. Seguiré charlando, comiendo y tomando café con la misma gente, pero en menor medida porque hay mucho que hacer.
Este nuevo proyecto coincide con el final de otro, en el que no participé pero a cuya fiesta de despedida por supuesto que asistí. Fue el viernes, en un precioso piso en plena Latina, vigas vistas, recién reformado, preciosas vistas de San Francisco el Grande, una maravilla. No sabemos si fue el garrafón o que hicimos poco caso al cáterin, pero todos, absolutamente todos, perdimos un poco los papeles. Hablamos, bebimos, criticamos... todo fue muy rápido, y de repente eran las 4.30 y el dueño de la casa nos invitaba a irnos a otro sitio porque no quedaba ni medio hielo y por supuesto nada que beber. D&D y yo bajamos aturdidos y con intenciones de irnos a la francesa. Yo miré mi móvil y tenía cuatro llamadas perdidas de SportBilly y un mensaje en el que estaba un poco enfadado por no saber nada de mí. D1 se ofreció a acompañarme, pero al final se fue con D2 que también andaba algo perjudicada. Hoy me han contado que casi vomita en el coche. El comentario general en la oficina era que menuda resaca la del sábado. No es que me alegre del mal ajeno, pero me he quedado mucho más tranquila al saber que no fui la única que pasó el sábado en cuasicoma, y que quizá el problema no sea mío (y que ya no tengo edad para estas cosas) sino la escasa calidad del alcohol que nos sirvieron.
Y es que el que no se consuela es porque no quiere.
Como decía, me cambio de trabajo, pero poco, porque sigo en la misma planta pero cinco mesas más para allá. Seguiré charlando, comiendo y tomando café con la misma gente, pero en menor medida porque hay mucho que hacer.
Este nuevo proyecto coincide con el final de otro, en el que no participé pero a cuya fiesta de despedida por supuesto que asistí. Fue el viernes, en un precioso piso en plena Latina, vigas vistas, recién reformado, preciosas vistas de San Francisco el Grande, una maravilla. No sabemos si fue el garrafón o que hicimos poco caso al cáterin, pero todos, absolutamente todos, perdimos un poco los papeles. Hablamos, bebimos, criticamos... todo fue muy rápido, y de repente eran las 4.30 y el dueño de la casa nos invitaba a irnos a otro sitio porque no quedaba ni medio hielo y por supuesto nada que beber. D&D y yo bajamos aturdidos y con intenciones de irnos a la francesa. Yo miré mi móvil y tenía cuatro llamadas perdidas de SportBilly y un mensaje en el que estaba un poco enfadado por no saber nada de mí. D1 se ofreció a acompañarme, pero al final se fue con D2 que también andaba algo perjudicada. Hoy me han contado que casi vomita en el coche. El comentario general en la oficina era que menuda resaca la del sábado. No es que me alegre del mal ajeno, pero me he quedado mucho más tranquila al saber que no fui la única que pasó el sábado en cuasicoma, y que quizá el problema no sea mío (y que ya no tengo edad para estas cosas) sino la escasa calidad del alcohol que nos sirvieron.
Y es que el que no se consuela es porque no quiere.
6 comentarios
yosoyesa -
yosoyesa -
Rebeca del Rio -
Rebeca del rio -
Mme. Dos Rombos -
Amber -