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Los 90

Los 90 Hace mucho tiempo, con 17 años, a un amigo lo atropelló un coche. Allí donde ocurrió, Buenos Aires, creo que lo llaman carro… No fue grave pero el conductor, sintiéndose culpable, visitó a Javier y lo cuidó durante un tiempo. Tanto, tanto que se enamoraron y vivieron 7 años juntos: a la felicidad por la fatalidad como dirían otros.

Años después nos encontramos en Madrid y, al instante, hicimos buenas migas. Yo, con 19 y él, un viejo de 30, recorrimos bares y compartimos cubatas, taxis y locuras, huyendo de un armario en el que nunca debí estar. Descubrí Madrid y su gente, los besos de saludo entre hombres (que entonces me fascinaban y ahora me aburren), el intercambio de teléfonos (asombroso para un castellano como yo), los Cinestudios y las pelis que no había podido ver, el sexo y sus variantes… Nada era fantástico, pero todo era nuevo y lo disfruté así.

Después, se echó un novio rico (de verdad) y tuvimos cenas elegantes y divertidas en las que siempre fui el más pequeño, encantador y sonriente y rechacé algún que otro trabajo interesante. En ese bloque, creo que lo sabéis, vivía Gracita Morales y una vez coincidimos en el ascensor. Me moría de ganas de abrazarla y besarla pero creo que, por vergüenza, ni saludé. Con lo que nos habría gustado a ambos, ella en horas bajas y yo fan de toda la vida. Está escrito con letras de oro en Mis Oportunidades Perdidas, en cosas que pude hacer y no hice, una lista inacabada y estúpida.

Un día Javi desapareció sin dar explicaciones. Hablamos por teléfono, pero sin vernos un par de veces (esta es la parte triste de la historia). Me mintió sobre su enfermedad, tenía sida, y quedamos de nuevo, saliendo como en los viejos tiempos (yo usaba entonces una lentilla tórica, curioso). Meses después, me dijo la verdad (entre otras cosas tristísimas) y que volvía a Argentina en 3 días. Así que salimos, aparentando normalidad y nos despedimos como si fuéramos a vernos al día siguiente…

Un mes después, alguien me llamó y me contó que Javi había muerto, con 33 años. Por eso me he acordado de esta historia: con respecto a mi, el siempre fue un hombre mayor y ahora yo siempre seré mayor que él. Otra reflexión sobre el tiempo y la treintena, que tanto nos llama últimamente.

4 comentarios

hebra -

recuerdo, Amber, haber subido en ese ascensor contigo, habernos encontrado a Almodóvar de camino a casa de tu amigo y de los minúsculos perritos gruñones que tenía en aquel piso.
y de ti y de mí.

Amber -

¡Es verdad! No me acordaba de esos perros horribles ni de Almodovar, vaya memoria.

Las historias de amistad deberian emocionarnos siempre, aunque no tengan un final tan trágico, ¿no?

Bueno, ya sabéis de mis creencias (nulas), pero Javi es la única persona que creo que me cuida desde el cielo. No sé por que, solo pienso en él (y hay más)

MELANGE -

A mi me has puesto los pelos de punta.En fin...disfrutemonos AHORA que nos tenemos.OS QUIERO.otras muchas,tambien os odio pero sois los que he buscado
sois mis amigos,

Pulguita -

Hoy 200.000 personas se han quedado sin luz en Madrid... Es curioso que tu historia también hable de una luz (o dos) que se apagaron, la de tu amigo y la de Gracita. Nunca te había oido contar esta historia hasta hoy. Me has emocionado...